Ni machismo ni feminismo: Fantasía

El tema de la mujer en su lucha contra el patriarcado está candente en la sociedad (ojalá lo estuviera mucho más). La literatura fantástica no es una excepción. Hace poco, con un tono de autocrítica que es de admirar, Alexander Páez reflexionaba de que leía poco a autoras de fantasía. Digo que es de admirar porque lo fácil es criticar a los demás en lugar de reflexionar sobre nuestros hábitos, nuestro papel en este constructo social que llamamos patriarcado, del cual todos, nos guste o no, formamos parte.

 

Puede que el título de la entrada (burla de la típica frase de cuñao de rrss) os suene a clickbait, y quizá tenga algo de ello, no lo sé. Viene en referencia a lo que insinuaba el inestimable Cuervo Fúnebre en el presente hilo de twitter.

«Es fantasía, señores, si metes dragones, zombies, subes la esperanza de vida, cambias las costumbres de la gente, cambias las ropas y metes magia, ¿qué narices impide que no haya machismo cuando NO ES LO MÁS IMPORTANTE DEL MEDIEVO? Claro, es lo fácil, sí.»

¿Una sociedad sin machismo? Este hilo me resultó muy interesante, pues en su día se me planteó esta cuestión en relación a mi propia labor como autor. Fue en en 2015, al amparo de un encuentro sobre historia de la Fantasía:

 

A la hora de crear sociedades fantásticas, ¿no es más interesante construirlas de modo que dejen de lado los prejuicios machistas?

 

No sé si os traigo respuestas. Eso se lo dejo a otros, a mí dejadme con mis preguntas, siempre. Son mucho más valiosas.

Ya sabéis que este es un blog en el que su autor apenas sabe nada; un lugar en el que aprendemos leyendo. En cualquier caso, me apetece reflexionar en voz alta sobre esta cuestión, y espero que leer la presente entrada os aporte alguna sabiduría.

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Espero que lo que sigue no os suene demasiado a desvarío de bar. PD: Mickey Rourke, te quiero.

 

Soy poco del «esto se debe hacer así». Cuando tocamos el tema de la mujer en la Fantasía, últimamente, nos dejamos llevar un poco por esta postura. Soy el primero que quiere que las cosas cambien, bueno, el primero no; las primeras sois vosotras. Soy el segundo que quiere que las cosas cambien, pero no es menos cierto que algo se me rebela ante toda esta movida. Pues también está la libertad del artista para enfocar su obra como estime conveniente.

Quiero entender que la novela es un vehículo para dar un mensaje, y que un autor o autora, cuando escribe, establece un diálogo con el lector. Omitir la cuestión de la dominación de género es una elección personal. No sé cuán consciente o inconsciente, eso es otro tema. Pero a lo que voy, en el fondo, obviar el tema del machismo social / heteropatriarcado puede ser tan lícito o tan poco lícito como dejar de lado temas como las diferencias socioeconómicas, las enfermedades, la senectud, o la locura (por citar ejemplos). Otra cuestión es si el autor o autora está construyendo sociedades machistas, racistas, clasistas, etc., o bien que ese propio autor sea realmente un machista, un racista o un clasista.

Un ejemplo: a Robert A. Heinlein se le achaca a veces compartir el discurso de algunos de sus personajes de su obra Tropas del Espacio, en la que nos describe una sociedad militarizada de tendencias más que fascistoides.

 

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Viva Starship Truper, chavales

Sin embargo, si leemos La luna es una cruel amante, nos encontramos con una sociedad revolucionaria y un conmovedor alegato en favor del movimiento libertario. Bien, Robert A. Heinlein, en mi opinión, incorpora esos elementos porque desea hablar de esos temas en concreto con el lector. Otro ejemplo distinto, por citar uno, sería el clasismo que trasluce una obra como El Señor de los Anillos o las descripciones que Robert E. Howard hace de miembros de raza negra.

 

Las convicciones del autor a veces se dejan traslucir en el texto. En mi opinión, el narrador no debería tener voz, sino cedérsela a los personajes. Sin embargo, pretender que nuestra concepción de mundo, nuestras creencias y fobias no aparecerán en nuestras novelas no solo es un acto hipócrita, sino también una lucha perdida de antemano.

 

No voy a entrar en si es posible disfrutar de una obra escrita por alguien con unas creencias diametralmente opuestas a las nuestras, en el fondo eso es una cuestión personal. Ya sabéis que stalkeo por twitter, observo en la sombra y aprendo de vosotros; me he dado cuenta del gran escrúpulo que una autora como Marion Zimmer Bradley genera en muchos lectores cuando descubren los aspectos más turbios de su biografía. Particularmente y quizá con la excepción de la poesía, los autores me dan bastante igual. Me centro en las obras y en paz.

Pero todo este preámbulo me lleva a que nos hagamos la siguiente pregunta:

 

¿Es la novela fantástica una herramienta combativa?

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Para Guy Debord en su obra La sociedad del espectáculo, en las naciones postiundustriales (véase la nuestra), las obras de arte se han visto desposeídas de su verdadero significado, que es su condición de arma para mejorar y regenerar la sociedad. Para Debord, las obras de arte de nuestro tiempo ni siquiera son tales, porque su único fin es el entretenimiento. Dicho de otro modo: son obras completamente irresponsables.

En mi opinión, se reduce a eso. En si el autor quiere incorporar a su discurso los temas de su presente que le preocupan, y sobre los que siente responsabilidad. En si la novela fantástica es algo más que un simple espectáculo, algo degenerado y desprovisto de su supuesto sentido. Como siempre, no seré yo el que os dé respuestas. Quizá queráis leer La sociedad del espectáculo y seguir «aprendiendo leyendo» sobre este tema.

Yo he hecho mi elección. Entiendo la novela como una herramienta no solo combativa, sino transformadora. Y ese es el gran atractivo de la literatura fantástica: su capacidad de transformarnos, igual que un viaje chamánico, para sanarnos de todos los vicios y limitaciones de nuestra sociedad y nuestro día a día. Pero obviamente, esto no responde a la primera pregunta que planteábamos:

A la hora de crear sociedades fantásticas, ¿no es más interesante construirlas de modo que dejen de lado los prejuicios machistas?

En el fondo, la pregunta asume que la novela fantástica es una herramienta de combate, y que la cuestión de género es una batalla que vale la pena luchar. Plantea dos formas distintas de pelear. Yo he probado varias y no creo que haya que elegir una, dependerá de lo que el autor quiera tratar en cada momento.  Cuando escribí Crónica del Rey Cautivo, por ejemplo, quería hablar de la lucha del individuo contra la familia, la moral de la época, la ley de mercado, la corrupción, la violencia y, siendo su personaje protagonista una mujer, también del machismo. Quiero entender que los atractivos de este camino son que el lector asuma la lucha de la mujer en una sociedad que no deja de ponerle topes, la limita, la censura e incluso la violenta. Asumir que la lucha de una mujer por prevalecer contra este monstruo que a veces parece tan invencible es tan digna (más) de una gesta como el héroe de turno descabezando a la criatura de turno.

 

¿Una oportunidad para la utopía? ¿Una Fantasía que sane?

Decía Alejandro Jodorowsky en su petición de apoyo para la película Poesía sin Fin:

¡Pero qué felicidad, estar haciendo por fin un cine que sane! No un cine enfermo…que presente destrucciones, espíritus de seres humanos que no saben amar…

En el fondo, me ha gustado la propuesta de Cuervo Fúnebre de representar sociedades medievales sin machismos. Pues, en el fondo, construir una Fantasía sin machismo puede ser también una manera de combatir. De curar. La novela fantástica representa una oportunidad como pocas para la utopía, la alternativa. Por desgracia, nos queda un largo camino para recorrer en nuestra propia sociedad, pero quizá la Fantasía pueda hacer didáctica.

Es atractivo considerar que pueda sanar. Mejorar nuestra sociedad al devolvernos un reflejo mucho mejor de ella.

 

¿Y tú, qué opinas?

 

Autor: vicblanco

Escritor de Fantasía, barbudo, hombre ola.

13 opiniones en “Ni machismo ni feminismo: Fantasía”

  1. Muy muy interesante Victor de la forma que lo has enfocado, porque en realidad creo que así debe de ser, los extremos casi siempre nocivos, por poco sostenibles, pero a tener en cuenta un cambio, lo que ha valido siempre y no está bien, puede cambiarse o como poco mejorarse, o me apropio de tu expresión que me gusta mucho, por espiritual «sanarse» cuando se produce esta acción no suele haber daños colaterales, (efectiva, aún siendo slow), por intenciones extremas y sigues teniendo la libertad de construir bien. Pero no puede omitirse, porque el personaje perdería autenticidad, tampoco lo haces con otras coductas. No debemos ser tan extremos en las cosas, al final una novela no debe tener ni la intención ni la pretensión de adoctrinarnos, eso sí la pauta más que la novela la marcará la trayectoria del autor. Me gusta mucho tu encuadre, incluida la pincelada «Torrente» le aporta frescura. Felicitaciones!

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    1. Gracias por compartir tu visión sobre este tema, Teresa 🙂
      En este caso, creo que los extremos no son comparables, por cuanto uno ejerce una posición de fuerza, y el último intenta únicamente rebelarse. Pero como apuntas, lo que está claro es que el narrador tiene que mantenerse un poco en el medio; no creo que a nadie le interese que la ficción se convierta en doctrina. ¡Gracias de nuevo por pasarte!

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  2. Hola, Víctor:

    La posición de Cuervo Fúnebre en su artículo a mí también me dio que pensar. Coincido contigo en que la escritura es otra forma de rebeldía y de sanación (personal o social, qué más da). Desde luego, crear un mundo literario sin machismos sería de lo más interesante, sin embargo hacerlo del modo correcto para mantener la suspensión de la incredulidad es algo más complicado.

    Creo que lo más importante es que el autor se sienta cómodo en la creación de ese mundo. Personalmente suelo crear mundos muy machistas, con personajes femeninos fuertes. Lo hago de forma inconsciente, casi sin querer, porque es el mundo que conozco, en el que he crecido, en el que vivo… y sin esa referencia mis escritos perderían su identidad. Mi lucha contra el heteropatriarcado viene de establecer mi propia perspectiva sobre ese mundo en el que he crecido (Machismo frente a matriacado).

    Si os contara las anécdotas de este último mes, más de uno vomitaría de vergüenza ajena. Más de uno se sorprendería de lo que tiene que soportar una mujer de 37 años, con kilos de más y bastante normalita, en su día a día. Pobre de la que sea menor de 30 y cumpla con los prototipos de belleza establecidos. La compadezco. Y no me refiero solo al área de Centroamérica que es donde vivo ahora. Me refiero a la mismísima Europa. A España y Alemania, donde he pasado mis vacaciones (sí, mis vacaciones siempre son en casa) y me he encontrado, después de tres años fuera, con un rebrote de (micro/macro) machismo que me ha provocado urticaria.

    A veces traspaso la línea y llevo mis propias experiencias al papel. Y generalmente sucede lo mismo: es tan real, que la suspensión de la incredulidad se quiebra para el lector, quien lo toma como una exageración con la que no es capaz de lidiar. No entienden esa opresión social a la que nos someten día a día. Ni ellos ni ellas.

    Así que apoyo la propuesta de Cuervo Fúnebre. Si el lector no es capaz de aceptar y ver objetivamente la realidad que le rodea, tal vez debamos optar por crear una nueva. La cuestión es cómo hacerlo posible sin caer en el adoctrinamiento.

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    1. Hola, L.M. Bienvenida a escribir leyendo, mi humilde morada literaria, y ante todo gracias por dejar huella. Gracias también por compartir tu experiencia personal, en lo literario y en lo extraliterario; por desgracia, como comentas, a veces la realidad supera la ficción.

      Creo que compartimos la visión de que cada autor tiene su propio mensaje, su propia lucha. Y se entiende perfectamente, por los ejemplos que bosquejas, cual es la tuya.

      Solo me queda animarte a seguir peleando.

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  3. Género, arte y fantasía… mis temas favoritos todos juntos. 😛
    Para mí es inevitable leer todo (incluido lo mío, claro) desde una visión feminista (y además me encanta intentar leer entre líneas las ideas de los autores, si es posible). Por otra parte, creo firmemente en la responsabilidad del artista en colaborar dentro de sus posibilidades a crear un mundo mejor. Todo esto unido lleva a que sí tengo muy en cuenta qué tipo de mundos creo en mi ficción y qué tipos de personajes.
    Mi novela de fantasía principal de hecho plantea un choque entre dos concepciones de gobierno: una más matriarcal y otra patriarcal. En un inicio ese era el tema central, al final perdió peso para convertirse en uno de los temas del libro, pero sí planteo de forma natural temas como la sororidad que me parecen vitales.
    En obras más recientes he intentado introducir también más mujeres en papeles protagonistas, ha tenido que ser un esfuerzo consciente porque a primeras siempre me salían hombres. Y en fin… mucho más que podría contar, pero lo dejo aquí por hoy y vuelvo con Simone de Beauvoir 😉 Gracias por sacar este tema tan importante, Víctor Blanco

    P.D. Reconozco que me asusté con el título de «Ni machismo ni feminismo»… XD Me alegra comprobar que esa discusión de mínimos teóricos la tengamos más que superada. 😀
    P.D2. La novela de la que hablo es la que os mandé, ejem 😉

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    1. ¡Hola Gloria!
      Gracias por pasarte a dejarnos tu visión como escritora, artista y mujer. Es interesante lo que apuntas. Por ejemplo, que incluso como mujer, inconscientemente, te salga el crear un personaje masculino. Durante mucho tiempo la literatura ha sido bastante partidista, y la lit. fantástica, obviamente, no es una excepción.

      PD1: Es una frase que detesto profundamente, y le he dado ese título quizá con un tono rebelde, provocador. Como ves, poco que ver con ese ¿argumento?
      PD2: Siempre es un placer leer las joyas que tienes la manía de escribir ^^ Te cuento más pronto o más tarde, confío que en lo primero.

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  4. Un tema interesante para debatir. Yo creo que la novela de fantasía «puede» ser una herranienta combativa, pero no que «debe» ser una herrienta combativa (lo que implica, obligatoriedad y creo en la libertad del autor, ante todo). Pero lanzo, al hilo de lo que he leído, otra reflexión: ¿Si hay fantasía que sana, hay también fantasía que hiere? ¿Hay que tener eso en cuenta a la hora de escribir?

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    1. Hola Adunael, y bienvenido/a a escribir leyendo, mi humilde morada literaria.

      Gracias por tomarte la molestia de hablarnos sobre tu postura ^^ Estoy contigo; antepongo la libertad del artista a casi cualquier cuestión. Pero últimamente, hay otra idea, otra palabra, sobre la que me gusta reflexionar, y es la responsabilidad.

      Por supuesto que existe una Fantasía que hiere. Creo que el machismo y la Fantasía estén tan presentes en «boca» de la comunidad fantástica es prueba de que existe una literatura que hiere, al desplazar y ningunear el punto de vista femenino (aunque no solo). Por suerte, también opino que las cosas están cambiando.

      Saludos y ojalá volvamos a ver por aquí tu sonrisa de Gwynplaine 🙂

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  5. Hola!

    Este tema es tremendamente interesante y me ha gustado mucho tu reflexión al respecto. Yo, al igual que tú, creo que el arte, se exprese en el medio que se exprese, es una herramienta de transformación y de cambio, a la vez que de comunicación. Como en casi todos los géneros (aunque quizás en este se note más, muchas veces por partir de la tramposa premisa de «se describe un mundo de tipo medieval»), en la fantasía todavía queda mucho recorrido por hacer en cuanto al papel de la mujer, como autora y como protagonista.

    A mi modo de ver, creo que las mujeres debemos animarnos a hacer más fantasía, más ciencia-ficción, a ser autoras y protagonistas. A crear protagonistas masculinos y femeninos que compartan características sin distinguir si son «de hombres» o «de mujeres». Creo que es inevitable que, tal y como es la sociedad hoy en día, distinguir entre actividades, actitudes o lo que sea, «de hombres» y «de mujeres» implica poner una cosa como positiva y la otra como negativa, incluso aunque el autor no tenga esa intención.

    La verdad, es que es difícil. Incluso yo, si tuviera que pensar en hacer una protagonista «extraordinaria» o «fuerte», probablemente lo primero que se me ocurriría sería (por poner un ejemplo algo exagerado) una guerrera que lleva el pelo muy corto y que huye de cualquier clase de convencionalismo, incluida la maternidad, cuando una mujer con características estereotípicamente femeninas podría ser igualmente fuerte y extraordinaria.

    En fin, no me voy a enrollar más que si no es un no parar.

    Muy buen artículo.

    Un saludo.

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    1. Hola Lara y bienvenida a escribir leyendo, mi humilde morada literaria.
      Gracias por dejarnos tu opinión. Ciertamente, es un tema infinito que podría darnos para mucha discusión y, aunque una gran mayoría coincidimos en el diagnóstico, quizá diferimos a la hora de marcar el camino a seguir (ley de vida).

      Personalmente, creo que el tema del personaje femenino fuerte está superado, en parte gracias a autores que inciden en el grimdark, o Fantasía cruda, como puede ser el mundialmente conocido GRR Martin o, por ejemplo, Roberto Alhambra en nuestro país. Otro tema que apuntas, el de las autoras de fantástico, también está muy en boga últimamente; según he leído, las editoriales explican que las autoras venden menos que sus homónimos masculinos. Luego, claro está, están las otras editoriales, las pequeñas, las que entienden el libro como un arte y se mueven con unas exigencias de mercado mucho más pequeñas y sostenibles.

      Desde luego es un tema complejo, aunque creo que hay que seguir haciendo ruido, debatiendo y concienciando, o mejor dicho, como a mí me gusta decir, creando una cultura propia. Estoy seguro de que los lectores tenemos la herramienta en nuestras manos para conseguir una Fantasía más amplia, no solo en la cuestión del género, sino también por lo que respecta a la procedencia, enfoque y extracción social de sus autores.

      Un cordial saludo 🙂

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  6. Interesante artículo. En mi opinión, el escritor tiene plena libertad para ser todo lo política o impolíticamente correcto que quiera, y así introducir personajes y mundos en sus obras que sean machistas, feministas, fascistas, comunistas, capitalistas, dadaístas, racistas, sexistas, pacifistas, belicistas o cualquier otro tipo de «ista», aunque pueda ofender o ir en contra de los cánones del buen gusto social. Puede convertir su obra en un herramienta de lucha social o puede no hacerlo; puede introducir el mensaje ideológico que le dé la gana y puede darle el enfoque que prefiera. A priori, el escritor no es un político ni un educador ético o moral, sino un narrador de historias y, en el mejor de los casos, también un artista. La obra no tiene por qué tener más fin que el que desee darle. En la Fantasía (en la Literatura, en general) hay espacio para todo tipo de obras. Después, al lector le parecerá bien o no lo que ha leído y le interesará, o no, seguir leyendo a ese autor. Lo importante es que haya libertad para escribir lo que se quiera y libertad para leer lo que se quiera.

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